Arquitectura visigoda

Características generales

Nuestra sección de arquitectura visigoda es más difícil de presentar a nuestros lectores que la romana. No existen grandes teatros ni anfiteatros, bellos mosaicos, arcos triunfales o termas. Tampoco hay, salvo algunas excepciones como Recópolis, grandes yacimientos de ciudades con imponentes ruinas. El Imperio de Occidente se había derrumbado y el mundo había cambiado para siempre. El vacío de poder que se generó fue sustituido por nuevos estados que intentaban consolidarse. Las guerras, los saqueos y la decadencia económica habían minado lo que quedaba de la civilización clásica, y la cultura antigua se refugiaba cada vez más en la Iglesia. Ni los visigodos ni ninguno de los estados que se asentaron en el resto de Europa, tenían recursos para realizar las imponentes obras del pasado. Además, los grandes espectáculos públicos habían desaparecido excepto, y solo durante algún tiempo, las carreras de carros. Habían sido instrumentos al servicio de la propaganda y del culto imperial y ahora la religión cristiana llenaba su espacio. Por ello, en la construcción de nuevas iglesias se ocupaba buena parte de los escasos recursos que el reino visigodo podía dedicar a complacer al pueblo. En cambio sí se realizaron palacios urbanos y rurales, puentes y fortificaciones, de los que quedan importantes restos.

Arco visigodo (basado en el arco de la iglesia de San Pedro de Balsemão)
Arco visigodo (basado en el arco de la iglesia de San Pedro de Balsemão)

Durante el reinado de Eurico (466-484) los visigodos se consolidaron en la Península y ocuparon todo el territorio menos la zona noroeste, que quedó en poder de los suevos. La derrota en 507 de Alarico II, en su enfrentamiento con los francos, supuso la pérdida de la Galia, excepto la Septimania o Narbonense. La capital pasó de Tolosa a Narbona y luego a Barcelona. Teudis (531-548) llevó la corte a Toledo y terminó la conquista ocupando Ceuta. Con Leovigildo la monarquía llega a su apogeo, anexionando el reino suevo y consolidando su dominio sobre la zona siempre complicada del norte. Conquista algunas ciudades y construye otras. Tomó Amaya y fundó Vitoria y Recópolis. Hoy no cabe duda, por los restos arqueológicos encontrados, de la ocupación de Pamplona y Olite. Los bizantinos, que con Justiniano habían recuperado para el Imperio zonas costeras del levante y sur peninsular, vieron cómo su territorio se reducía de forma considerable ante el empuje de Leovigildo. Saldrán definitivamente de España en el año 625.

Se ha escrito que el reino visigodo fue un “estado fallido”, no viable, y que por esta razón desapareció. Esta concepción darwinista de la historia ni es cierta ni puede servir para explicar la desaparición de la monarquía goda, que era, dentro de aquel complicado y difícil periodo, uno de los territorios mejor organizados de Europa y de mayor nivel cultural y artístico. Durante el siglo VI fue afianzando su territorio y sus estructuras estatales, terminando por dominar toda la Península. Se produce la unidad jurídica entre godos e hispanorromanos y la religiosa entre arrianos y católicos. El verdadero problema, el talón de Aquiles del reino, se encontraba en la sucesión electiva de los monarcas, fuente de numerosos conflictos y de problemas internos entre las familias de la aristocracia dominante. Aprovechando las luchas internas y la inestabilidad del último rey Rodrigo, que aún no estaba consolidado en el trono, los árabes conquistaron casi todo el reino. Pero no tanto por estar frente a un estado débil, como por coincidir con un violento auge expansivo del Islam que ocupó el norte de África y buena parte del Asia occidental, terminando asimismo con el imperio persa. También estuvo a punto de tomar Constantinopla y acabar con el imperio bizantino. Tras ocupar la España goda, intentó conquistar el reino franco, siendo frenado por Carlos Martel en la decisiva batalla de Poitiers en el año 732.

La arquitectura visigoda se desarrolla desde el siglo V hasta comienzos del VIII, dentro del periodo denominado Antigüedad Tardía, tránsito entre la Edad Antigua y la Edad Media. Aunque los visigodos no tienen al principio una arquitectura propia, podríamos hablar de edificios construidos en la Península Ibérica durante la monarquía goda. Sin embargo, sí tienen elementos originales que les diferencian de lo que se construye en el resto de Europa y en el norte de África, todavía no ocupada por el Islam. Conocemos por los testimonios literarios la existencia de importantes construcciones, pero por desgracia no han llegado a nuestros días. En sus inicios continuaron con el arte paleocristiano existente que fue evolucionando, con formas decorativas propias e influencias bizantinas, a unos modelos que sólo aparecen aquí y que se diferencian claramente de las construcciones de nuestros vecinos. La llegada de los visigodos no supuso la desaparición del mundo clásico, aunque hacía tiempo que estaba herido de muerte, por el contrario lograron retardar durante unos siglos su definitiva desaparición.

Arco visigodo (basado en el arco de la iglesia de San Pedro de Balsemão)
San Pedro de la Nave

La invasión musulmana acabó con este periodo, ocasionando la destrucción del reino visigodo y la paulatina desaparición de una forma de vida y de pensamiento. Este límite temporal plantea muchas dificultades, por una parte algunos edificios derribados volvieron a ponerse en uso tras algunas restauraciones y reformas. Por otra parte, en la zona norte determinadas construcciones de nueva planta podrían definirse más como posvisigodas que como prerrománicas, al mantener las líneas marcadas en la época anterior.

A este panorama complejo hay que añadir que las construcciones que conservamos son escasas, fragmentarias, a menudo alteradas, dispersas por todo el territorio peninsular, y se encuentran generalmente en zonas aisladas. No queda casi nada de los edificios emblemáticos de las grandes ciudades como Toledo, Mérida, Tarragona o Córdoba. A todo esto hemos de añadir las controversias y disputas sobre la época de construcción ya que algunas corrientes de estudio, atraídas por una visión mítica del mundo omeya, tienden a reducir el mundo visigodo a una mínima expresión. En la actualidad falta perspectiva para obtener una visión global del conjunto. No obstante, la arqueología puede ayudar a solucionar muchos problemas y los nuevos descubrimientos y estudios están mejorando la actual situación. El reciente estudio de los restos del palacio del yacimiento de los Hitos en Arisgotas, muestra una planta que recuerda a un edificio tan emblemático como Santa María del Naranco. Esto parece indicar que tenía su origen en la arquitectura visigoda, lo que no deja de ser lógico ya que los reyes asturianos se consideraban como los legítimos herederos de la monarquía goda.

Ya hemos indicado que la gran arquitectura pública romana hacía tiempo que se había abandonado y había una clara decadencia urbana, pero no debe generalizarse. Se construyeron nuevas ciudades, hospitales y palacios, tanto en las ciudades como en el campo. Sin embargo, los grandes edificios estaban al servicio de la Iglesia, institución que unía la sociedad, legislaba y mantenía la cultura y la tradición clásica. Los visigodos eran cristianos pero seguidores de la herejía arriana, al final se convirtieron al catolicismo ya que era la religión de la gran mayoría de la población. Este hecho no debió generar grandes diferencias entre las dos iglesias y la asimilación fue rápida y completa. Los lugares de culto no debieron necesitar muchas modificaciones para adaptarse a la nueva liturgia. En Rávena se conservan edificios de origen arriano que no se diferencian de los católicos.

San Isidoro fue el autor de la primera enciclopedia conocida, Etimologías, y será un referente cultural durante siglos en todo el mundo. En esta obra la principal fuente que utiliza para escribir sobre arquitectura es Vitruvio. De la trascendencia que tuvo para la cultura de su tiempo, San Braulio de Zaragoza, discípulo suyo, escribe: "Después de tantas ruinas y desastres, Dios le ha suscitado en estos últimos tiempos para restaurar los monumentos de los antiguos, a fin de que no cayésemos por completo en la barbarie". Más recientemente el lingüista e hispanista alemán, Karl Vossler (1872-1949), indica: "Exceptuando la Sagrada Escritura, ningún autor fue, en la Alta Edad Media, copiado, saqueado, completado, continuado, imitado, traducido, glosado y consultado tanto como Isidoro.“

Yacimiento. Tolmo de Minateda
Yacimiento. Tolmo de Minateda

Como se deduce de todo lo anterior, el estudio de la arquitectura visigoda, dentro de la Antigüedad Tardía, es muy complicado, tanto por la falta de restos como por las dificultades de datación de los mismos. Nace del arte constantiniano, no pudiendo diferenciarse de él en sus inicios, y evoluciona siguiendo los modelos bizantinos. Los ostrogodos, tan romanizados como ellos, tienen una gran influencia durante el siglo VI en la política y las construcciones peninsulares. Uno de los más importantes edificios de su capital Rávena, el Mausoleo de Gala Placidia, se tomará como modelo. Es a estos modelos romanos a los que el mundo godo y el resto del sur de Europa volverán una y otra vez. En el último periodo se da una acusada influencia bizantina, ya que el Imperio ocupó algunas zonas costeras en el levante y el sur peninsular, entre los años 552 y 625. En consecuencia, existieron importantes relaciones comerciales y culturales. El propio San Leandro, hermano y maestro de San Isidoro, residió durante algunos años en la capital imperial, Constantinopla. El influjo oriental que algunos pretenden buscar en el Islam se encuentra en Bizancio.

El arco de herradura y determinados motivos geométricos, florales, zoomorfos, cruces y crismones pueden considerarse como propios y definitorios de su estilo. Es cierto que decoraciones similares aparecen en otros edificios del periodo: ostrogodos, merovingios, armenios, coptos y bizantinos, pero en lo que fue la Hispania romana se utilizan de forma original. Sí podemos encontrar características propias en la arquitectura peninsular. No es un arte “bárbaro”, rudo y sólo capaz de construir pequeñas iglesias rurales poco elaboradas. Es cierto que se reutilizaron piezas romanas, sobre todo columnas y capiteles de mármol, en las nuevas iglesias. Pero se usó la cúpula, el arco y la bóveda, y existieron grandes construcciones, de las que conservamos testimonios literarios y magníficas piezas custodiadas en los museos. Al contrario de lo ocurrido en otras partes de Europa, aquí no se pudieron mantener en pie las grandes construcciones religiosas que desaparecieron tras la conquista islámica; unas veces violentamente y otras tras siglos de decadencia. Sólo han quedado los pequeños edificios en lugares alejados de los centros de poder, y generalmente muy reformados. Con estos edificios, con las intervenciones arqueológicas y con los fragmentos conservados, es con lo que contamos para hacernos una idea de lo que fue la gran arquitectura de Toledo o Mérida. Es necesario estudiar las basílicas de los siglos VI y VII de Roma, las iglesias bizantinas del periodo y las construcciones de los ostrogodos en Rávena para completar la imagen de la arquitectura de aquellos siglos injustamente denominados oscuros.

No fue un arte decadente que se limitaba a copiar los modelos establecidos, realizaron obras con unas concepciones espaciales y decorativas muy originales. Sus iglesias irían evolucionando desde las tradicionales paleocristianas a otras cada vez más complicadas. Además, en numerosas ocasiones vemos cómo se amplían edificios anteriores enriqueciéndolos, como en el caso de San Vicente del Valle, Casa Herrera o Marialba. Conservamos iglesias de gran belleza como San Pedro de la Nave, San Juan de Baños, Quintanilla de las Viñas, Santa María de Melque, San Vicente del Valle, Santa Lucía del Trampal, San Giao de Nazaré o San Fructuoso de Montelios. Hay restos de complejos catedralicios más o menos conservados en Valencia, Tarrasa y Córdoba. Todos los edificios tienen características propias, no hay una unidad estilística pero sí rasgos comunes.

Arco visigodo (basado en el arco de la iglesia de San Pedro de Balsemão)
San Juan de Baños

Ciertas corrientes arqueológicas e históricas tienden a estudiar algunas iglesias visigodas como construidas uno o dos siglos después, realizadas gracias a la influencia islámica. Sin embargo el primer gran edificio musulmán construido en la Península, la Mezquita de Córdoba, crea una arquitectura decorativa, reutilizando con imaginación columnas y capiteles de las construcciones anteriores, pero no soluciona los problemas de iluminación del edificio. No se encuentran allí ninguno de los avances en bóvedas, cúpulas y trabajo de cantería que en teoría se aportan a la arquitectura cristiana. Se asume que las cúpulas sobre pechinas son de origen sirio, y que llegarían a la Península traídas por los árabes. Pero no se encuentran en España cúpulas islámicas durante los primeros 150 años desde la invasión. Se olvida que las relaciones con oriente no estuvieron cerradas en el periodo visigodo, de manera que la influencia bizantina es fundamental y es la que trae la fragmentación del espacio y la arquitectura oriental a la Península.

La utilización de algunos elementos arquitectónicos y decorativos ha llevado a suponer que determinados edificios se construyeron en época de la monarquía asturiana y no antes, el uso de contrafuertes sería uno de ellos. Pero este elemento no es exclusivo del prerrománico asturiano, existe en el citado yacimiento de Los Hitos y en el ábside de la catedral de Valencia, cuyos restos se encuentran junto a la cripta de San Vicente. Aún antes ya encontramos restos de contrafuertes en los mausoleos tardorromanos de la Alberca y Troia. El problema está siempre en la escasez de restos conservados que imposibilita conocer todas las variantes de las construcciones que se realizaron en el periodo. Además hay que recordar que el arte asturiano tiene su origen en el reinado de Alfonso II el Casto. El empeño de este gran y culto monarca era recuperar el orden godo, por lo que los nuevos edificios que mandó construir en la corte de Oviedo debieron basarse lógicamente en modelos anteriores.

El arco de herradura visigodo es diferente al islámico, que le imita, y también del mozárabe. El visigodo no suele pasar del tercio del radio, el extradós baja verticalmente sin acompañar al cierre interno y las dovelas suelen ser irregulares. Normalmente no tiene clave, aunque en algunos casos sí aparece una dovela central. Tiene siempre una finalidad estructural, salvo en algunas ventanas donde pueden ser muy cerrados y estar tallados en un solo bloque, sólo en estos casos son simplemente decorativos.

Arco califal (basado en un arco de Madina Azahara)
Arco (califal basado en un arco de Medina Azahara)
Arco visigodo (San Pedro de la Nave)
Arco visigodo (San Pedro de la Nave)
Arco califal (basado en un arco de Madina Azahara) y arco visigodo (San Pedro de la Nave)
Arco (califal basado en un arco de Medina Azahara)
Arco visigodo (San Pedro de la Nave)

Para finalizar, solamente nos queda decir que existen innumerables edificios y magníficos yacimientos en todos los países que formaron parte del extenso imperio romano, encontrándose muchos de ellos en perfecto estado de conservación. En cambio el reino visigodo se desarrolló prácticamente en la Península Ibérica, por tanto sólo hay restos en España y Portugal, algunas veces se encuentran descuidados, abandonados en medio del campo y en serio proceso de deterioro. Incluso algunos de los más conocidos, muchos bien restaurados todo hay que decirlo, han sufrido expolios. Por ello es necesario que lo que existe se cuide para que no se pierda y que lo que se encuentre en el futuro se estudie y restaure con el mismo cuidado que se tiene con otros periodos históricos. Fomentar las visitas a los restos, muchos situados en hermosos paisajes, es una forma de que los gobernantes se ocupen de ellos. Es nuestra obligación ayudar a que las futuras generaciones puedan disfrutar y conocer un arte único que sólo nosotros poseemos en todo el mundo.


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